lunes, 29 de agosto de 2011

Cristianos dispuestos a amar




A lo largo de los años se ha redefinido la palabra amateur y ésta ha perdido el verdadero sentido de su significado original. La palabra en castellano proviene de la palabra latina amore que significa «amar». Un amateur es alguien que hace algo simplemente por amor a ello.

En la manera de pensar de hoy, recibir un pago por hacer algo nos lleva a una categoría «más elevada» -la de un profesional. El razonamiento es que, si alguien está dispuesto a pagar por nuestro servicio, debemos ser realmente buenos. Por lo tanto, se considera que un amateur tiene menos habilidad o talento.

Sin embargo, al leer la Biblia, veo una jerarquía diferente de valores. Durante el tiempo de Jesús, los profesionales religiosos estaban usando su posición para ganar poder y prestigio para ellos mismos, no para servir al pueblo. Jesús no eligió a los que eran sabios, poderosos, o nobles según los estándares humanos (1 Corintios 1:26). Buscó a los que estaban dispuestos a seguirle y a ser entrenados para el servicio en amor.

En el mundo de hoy, el escenario es muy parecido. Dios sigue buscando «amateurs», que sirvan al Señor por puro amor a ello. Que nuestro amor por Jesús nos obligue a proclamar, tal y como los discípulos y los apóstoles lo hicieron antes que nosotros, el amor de Dios por el mundo siguiendo el ejemplo de amar y servir a los demás.

Una prueba de nuestro amor por Dios es nuestro amor por nuestro prójimo.

Porque el amor de Cristo nos constriñe” 2 Corintios 5:14

martes, 23 de agosto de 2011

Qué es el amor?



En una de las salas de un colegio habían varios niños. Uno de ellos preguntó: - Maestra... ¿qué es el amor?

La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en hora de recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajesen lo que más despertase en ellos el sentimiento del amor.

Los chicos salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:
- Quiero que cada uno muestre lo que trajo consigo.

El primer alumno respondió:
- Yo traje esta flor, ¿no es linda?

luego Cuando llegó su turno, el segundo alumno dijo:
- Yo traje esta mariposa. Vea el colorido de sus alas; la voy a colocar en mi colección.

El tercer alumno Dijo tambien:
- Yo traje este pichón de pajarito que se cayó del nido.

Y así los chicos, uno a uno, fueron colocando lo que habían recogido en el patio. Terminada la exposición, la maestra notó que una de las niñas no había traído nada y que había permanecido quieta durante todo el tiempo. Se sentía avergonzada porque no había traído nada. La maestra se dirigió a ella y le preguntó:

- Muy bien: ¿y tú?, ¿No has encontrado nada?
La criatura, tímidamente, respondió:

- Disculpe, maestra. Ví la flor y sentí su perfume; pensé en arrancarla pero preferí dejarla para que exhalase su aroma por más tiempo. Ví también la mariposa, suave, colorida, pero parecía tan feliz que no tuve el coraje de aprisionarla. Ví también el pichoncito caído entre las hojas, pero... al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre y preferí devolverlo al nido. Por lo
tanto, maestra, traigo conmigo el perfume de la flor, la sensación de libertad de la mariposa y la gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito. ¿Cómo puedo mostrar lo que traje?

La maestra agradeció a la alumna y le dio la nota máxima, considerando que había sido la única que logró percibir que sólo podemos traer el amor en el corazón.

El amor no es Tomar, Arrancar, Capturar, Forzar, Ganar o Perder.

Resumiendo todo el amor es hacer el bien a los demás.

Habiendo purificado vuestras almas en obediencia a la verdad para un amor fraternal no fingido, amaos los unos a los otros ardientemente y de corazón puro; 1 Pedro 1:22

lunes, 22 de agosto de 2011

El verdadero amor en el matrimonio




Un famoso maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes que estaban en contra del matrimonio.

Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas y que es preferible acabar con la relación cuando este se apaga, en lugar de entrar a la hueca monotonía del matrimonio.

El maestro les dijo que respetaba su opinión, pero les relató lo siguiente:

"Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno y sufrió un infarto. Cayó.

Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo y casi a rastras la subió a la camioneta.

A toda velocidad, rebasando, sin respetar los altos, condujo hasta el hospital. Cuando llegó, por desgracia, ya había fallecido.

Durante el sepelio, mi padre no habló, su mirada estaba perdida.

Casi no lloró. Esa noche sus hijos nos reunimos con él.

En un ambiente de dolor y nostalgia recordamos hermosas anécdotas.

El pidió a mi hermano teólogo que le dijera donde estaría mamá en ese momento.

Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte, conjeturó cómo y donde estaría ella.

Mi padre escuchaba con gran atención. De pronto pidió: "llévenme al cementerio".
Papá -respondimos-, ¡son las 11 de la noche, no podemos ir al cementerio ahora! Alzó la voz y con una mirada vidriosa dijo:
"No discutan conmigo por favor, no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años".

Se produjo un momento de respetuoso silencio.
No discutimos más.

Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador, con una linterna llegamos a la lápida.

Mi padre la acarició, lloró y nos dijo a sus hijos que veíamos la escena conmovidos: "Fueron 55 buenos años…Saben?

Nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer así".

Hizo una pausa y se limpió la cara.

"Ella y yo estuvimos juntos en aquella crisis, cambio de empleo",continuó... hicimos el equipaje cuando vendimos la casa y nos mudamos de ciudad, compartimos la alegría de ver a nuestros
hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de seres queridos, rezamos juntos en la sala de espera de algunos
hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad, y perdonamos
nuestros errores...

Hijos, ahora se ha ido y estoy contento, ¿saben por que?, porque se fue antes que yo, no tuvo que vivir
la agonía y el dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios.

La amo tanto que no me hubiera gustado que sufriera..."Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro empapado de
lágrimas.

Lo abrazamos y él nos consoló: "Todo está bien hijos, podemos irnos a casa; ha sido un buen día".

Esa noche entendí lo que es el verdadero amor.
Dista mucho del romanticismo, no tiene que ver demasiado con el erotismo, mas bien se vincula al trabajo y al cuidado que se profesan dos personas realmente comprometidas.

Cuando el maestro terminó de hablar, los jóvenes
universitarios no pudieron debatirle, ese tipo de amor era algo que no conocían.

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 1 Corintios 13:4-7

martes, 16 de agosto de 2011

La Felicidad en el Hogar


yo y mi casa serviremos al Señor” (Josué 24:15).

“tan importante como puedan ser sus obligaciones como médico, abogado o líder de negocios, también lo son su relación con su cónyuge, sus hijos y los integrantes de su familia. En el fin de su vida, usted no lamentará por no haber hecho un examen clínico, ni por no haber logrado éxito en una causa jurídica, y ni por no haber conseguido hacer cierto negocio, pero lamentará no haber pasado más tiempo con su cónyuge, sus hijos y Familia.”

Nuestra familia es lo más importante en este mundo. Cuando no existe unión y amor en la relación, todo se pone difícil para todos sus participantes. Pero Si hay paz en nuestra casa, si hay armonía y comprensión, si existe una buena relación de amor, sea cual sea nuestra actividad profesional, alcanzaremos éxito y seremos felices.

Y lo más importante en cada relación es colocar a Jesús en primer lugar en nuestra casa. Cuando toda la familia sirve a Dios, aun cuando las opiniones, a veces, sean confrontantes, nada sacará la paz del hogar y el amor del Señor promoverá siempre el arreglo y el entendimiento, haciendo que los días sean siempre llenos de grandes bendiciones y dicha.

Muchas veces dedicamos casi todo nuestro tiempo para la vida profesional. Queremos ser exitosos y no medimos esfuerzos para alcanzar nuestros propósitos. Y, casi siempre, al actuar de esta manera, dejamos a Dios y nuestra familia en segundo plano. Aun cuando alcancemos éxito, difícilmente encontraremos la completa felicidad.

¿Queremos ser victoriosos en nuestra vida profesional?

¿Queremos, al final de la jornada, mirar para detrás y sonreír de satisfacción? Unamos entonces nuestros corazones a nuestros queridos en el hogar y, juntos, busquemos las bendiciones de Dios. Con toda certeza, no habrá ningún motivo de lamentación al final de nuestras vidas.

Atte. Cmvida reflexiones