miércoles, 27 de julio de 2011

Honrar el Matrimonio


El matrimonio fue instituido por el Creador antes de la desobediencia del primer hombre, mientras éste estaba todavía en el paraíso. El libro de Génesis enseña: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gn. 2:24).Cuando Jesús estuvo en la tierra confirmó estas palabras, agregándoles una seria advertencia: “Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mt. 19:3-6). Esto subraya la importancia del matrimonio. El hecho de estar devalorizado en los países llamados cristianos muestra claramente el bajo estado moral de estos últimos. La unión libre, el adulterio y el divorcio no sólo son causas de sufrimientos para los cónyuges y sus hijos, sino que constituyen en primer lugar una ofensa grave para Dios, quien instituyó el matrimonio.Tal como Dios lo estableció, el matrimonio es el reflejo de la relación de Cristo (el esposo) con la Iglesia (la esposa). El apóstol Pablo nos da a conocer ese misterio (Ef. 5:22-23). Por eso, el marido y la mujer que quieren agradar a Dios escuchan las instrucciones divinas a fin de vivir la relación de casados según sus enseñanzas. Conscientes de su debilidad, buscan fortalecerse mediante la oración y la lectura de la Biblia, pidiéndole que los mantenga fieles, para que sean uno en Cristo en la tierra.Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. Efesios 5:25.Vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.1 Pedro 3:7.

lunes, 18 de julio de 2011

El Tazón del Abuelo



El abuelo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Sus manos temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban. El abuelo y su familia se reunían todos los días para comer; pero sus manos temblorosas y la vista enferma le causaban dificultades para alimentarse. La comida caía de su cuchara al suelo y, cuando intentaba tomar el vaso, derramaba el contenido sobre el mantel.

El hijo y su esposa se cansaron de la situación. “Tenemos que hacer algo con el abuelo”, dijo el hijo. “Ya he tenido suficiente. Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo”. Así que el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba a la hora de comer. Como el abuelo había roto varios platos, su comida se la servían en un tazón de madera. De vez en cuando, miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver algunas lágrimas sobre su rostro triste, mientras intentaba alimentarse solo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.
El niño de cuatro años observaba todo en silencio.

Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con unos trozos de madera en el suelo. Le preguntó: “¿Qué estás haciendo, hijo?” Con la misma dulzura el niño le contestó: “Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando sean como el abuelo, yo les pueda servir la comida en ellos. Sonrió y siguió con su tarea.

Las palabras del pequeño golpearon muy fuerte a sus padres, quebrantando sus corazones de tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas y a pesar de que ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.

Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa junto a ellos. Y, por alguna razón, el matrimonio no se molestaba más cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y sus mentes procesan todos los mensajes. Si ven que proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitarán esa actitud por el resto de sus vidas. Los padres y madres deben escucharlos, ya que muchas veces Dios nos quiere llamar la atención o decirnos algo a través de ellos, no seamos orgullosos pensando que sólo son niños, tengamos la suficiente sabiduría para analizar y meditar el mensaje que un niño nos puede dar. Seamos constructores sabios y modelos a seguir.

He aprendido que la actitud y las palabras de un niño, pueden cambiar una vida. He aprendido que aún tengo mucho que aprender.

“Cuando derramas amor, las personas que lo reciben jamás olvidarán lo que les hiciste sentir” y habrás logrado lo más hermoso: la sonrisa y la aprobación de Dios”

viernes, 8 de julio de 2011

El Niño y Su Perrito



El dueño de una tienda estuvo clavando un anuncio al frente de su lugar de comercio que dijo “Se Venden Perritos” cuando de repente un niño apareció y le preguntó, “¿Cuánto cuesta comprar uno de estos perritos?”

El dueño contestó, “Dependiendo al perro, cuesta de $5.000 a $30.000 cada uno.”

El niño puso su manito en su bolsillo y sacó algunas moneditas y dijo, “Solo tengo $1.000. ¿Me dejarás por lo menos ver y tocar con uno de los perritos?”

El dueño rió y dijo, “Por supuesto”, abrió la jaula y sacó uno de los perritos más hermosos.

El niño observó que uno de los perritos estaba escondiéndose en el rincón de la jaula y que andaba como que si era cojo. El niño preguntó, “Y qué anda mal con este perrito, Señor?”

El dueño explicó que tenía algo mal con su cadera y que siempre será cojo.

El niño empezó a animarse bastante y dijo, “Ese es el perrito que deseo comprar.”

El dueño dijo, “No, hijo mío, tu no quieres comprar ese perrito. Si lo quieres, simplemente te lo regalo.”

El niño apunto su dedo al dueño y dijo, “No señor. No quiero que me regalas este perrito. Ese perrito tiene el mismito valor que cualquiera de los otros perritos. Y yo estoy dispuesto a pagar el precio completo. Si estás de acuerdo, te entregaré todo lo que tengo, los $1.000 y te entregaré $1.000 cada mes hasta pagar por el perrito por completo.”

El dueño siguió insistiendo que no debería de comparar ese perrito. “Es que no entiendes, niño. Este perrito nunca jamás podrá brincar y correr contigo como los demás perritos deben.”

Para su gran sorpresa el niño levantó uno de sus pantalones y le mostró el soporte de metal que reforzaba su pierna destrozada por su enfermedad. “Pues yo tampoco brinco y corro bien”, dijo el niño con voz muy suave, “y este perrito necesitará a alguien que le entiende bien”.


Hay alguien que te aprecia por lo que eres, te acepta y te ama incondicionalmente, porque ha estado en tus zapatos.. Su nombre es Jesucristo.

Porque no tenemos un sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza. Hebreos 4:15.