martes, 27 de julio de 2010

FE Y PARAGUAS


En un pueblito de zona rural en los años 50, se produjo una larga sequía que amenazaba con dejar en la ruina a todos sus habitantes, debido a que subsistían con el fruto del trabajo del campo. A pesar de que la mayoría de sus habitantes eran creyentes, ante la situación límite, marcharon a ver al pastor de la iglesia y le dijeron:
- "Pastor, si Dios es tan poderoso, pidámosle que envíe la lluvia necesaria para revertir esta angustiante situación."

- "Está bien, le pediremos al Señor, pero deberá haber una condición indispensable."

- "¡Díganos cuál es!", respondieron todos.

- "Hay que pedírselo con fe, con mucha fe", contestó el pastor.

- "¡Así lo haremos, y también vendremos a los cultos de la iglesia todos los días!"

Los campesinos comenzaron a ir al templo todos los días, pero las semanas transcurrían y la esperada lluvia no se hacía presente. Un día, fueron todos a enfrentar al pastor y reclamarle: - "Pastor, usted nos dijo que si le pedíamos con fe a Dios que enviara las lluvias, El iba a acceder a nuestras peticiones. Pero ya van varias semanas y no obtenemos respuesta alguna."

- "¿Han ustedes pedido con fe verdadera?", les preguntó el pastor.

- "¡Sí, por supuesto!", respondieron al unísono.

- "Entonces, si dicen haber pedido con Fe Verdadera... ¿porqué durante todos estos días ni uno solo de ustedes ha traído el paraguas?"

Pongamos nuestra fe en obra.

"Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" Hebreos 11:1

viernes, 23 de julio de 2010

El Puente


No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas adyacentes cayeron en un conflicto. Este fue el primer problema serio que tenían en 40 años de cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en forma continua.
Comenzó con un pequeño malentendido y fue creciendo hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio.

Una mañana alguien llamó a la puerta de Luis. Al abrir la puerta, encontró a un hombre con herramientas de carpintero.

-"Estoy buscando trabajo por unos días", dijo el extraño, "quizás usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda ser de ayuda en eso".

-"Sí", dijo el mayor de los hermanos, "tengo un trabajo para usted.

Mire al otro lado del arroyo, en aquella granja vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor.

La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros pero él desvío el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros. Él pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor.

¿Ve usted aquella pila de desechos de madera junto al granero? Quiero que construya una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más." El carpintero le dijo: "creo que comprendo la situación".

El hermano mayor le ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir por provisiones al pueblo.

Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó, el carpintero justo había terminado su trabajo.

El granjero quedó con los ojos completamente abiertos, su quijada cayó.

No había ninguna cerca de dos metros. En su lugar había un puente que unía las dos granjas a través del arroyo. Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos.

En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano mayor le dijo: -"Eres un gran tipo, mira que construir este hermoso puente después de lo que he hecho y dicho".

Estaban en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas. -"No, espera". "Quédate unos cuantos días, tengo muchos proyectos para ti", le dijo el hermano mayor al carpintero.

"Me gustaría quedarme", dijo el carpintero, "pero tengo muchos puentes por construir".

Muchas veces dejamos que los malentendidos o enojos nos alejen de la gente que queremos, muchas veces permitimos que el orgullo se anteponga a los sentimientos, no permitas que eso pase.

"...No se ponga el sol sobre vuestro enojo" Efesios 4:26



martes, 20 de julio de 2010

Mi Padre es el Piloto



Un niño muy educado y formal subió a un avión, buscó su asiento y se sentó. El niño abrió su libro de pintar y empezó a colorearlo. No presentaba rasgos de ansiedad ni nerviosismo al despegar el avión.
Durante un buen rato, hubo tormenta y mucha turbulencia. En un determinado momento hubo una sacudida fuerte, y todos estaban muy nerviosos, pero el niño mantuvo su calma y serenidad en todo momento.

¿Cómo lo hacia?, ¿Por qué estaba tan calmado? Una mujer frenética le preguntó:
Niño: ¿no tienes miedo?

No señora-, contestó el niño y mirando su libro de pintar le dijo: "Mi padre es el piloto".

¿Sorprendido? Hay tiempos en nuestra vida en los que los sucesos nos sacuden un poco y nos encontramos en turbulencia. No vemos terreno sólido y nuestros pies no pisan lugar seguro. No tenemos donde agarrarnos y no nos sentimos seguros. Pero recuerden que nuestro amantísimo Padre Celestial es nuestro piloto. A pesar de las circunstancias, nuestras vidas están puestas en el creador del cielo y la tierra. Y la próxima vez que llegue una tormenta a tu vida o si en este momento estás pasando por una, alza tu mirada al cielo, siéntete confiado y di para ti mismo:

¡Mi Padre es el piloto!

miércoles, 14 de julio de 2010

El Paquete de Galletas.


Cuando aquella tarde llegó a la vieja estación le informaron que el tren en el que ella viajaría se retrasaría aproximadamente una hora.
La elegante señora, un poco fastidiada, compró una revista, un paquete de galletas y una bebida para pasar el tiempo.

Buscó un banco en el andén central y se sentó preparada para la espera, asiento de por medio se sentó un hombre que abrió una revista y empezó a leer.
Entre ellos quedaron las galletas. Imprevistamente, la señora observó como aquel muchacho, sin decir una sola palabra, estiraba la mano, agarraba el paquete de galletas, lo abría y comenzaba a comerlas, una a una, despreocupadamente.

La mujer se molestó por esto, no quería ser grosera, pero tampoco dejar pasar aquella situación o hacer de cuenta que nada había pasado; así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete y sacó una galleta, la exhibió frente al joven y se la comió mirándolo fijamente a los ojos.

Como respuesta, el joven tomó otra galleta y mirándola la puso en su boca y sonrió.
La señora ya enojada, tomó una nueva galleta y con ostensibles señales de fastidio, volvió a comer otra, manteniendo de nuevo la mirada en el muchacho.
El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta.
La señora cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente.

Finalmente, la señora se dio cuenta de que en el paquete solo quedaba la última galleta.
“No podrá ser tan descarado”, pensó mientras miraba alternativamente al joven y al paquete de galletas.
Con calma el joven alargó la mano, tomó la última galleta, y con mucha suavidad, la partió exactamente por la mitad.
Así, con un gesto amoroso, ofreció la mitad de la última galleta a su compañera de banco.
- ¡Gracias! – Dijo la mujer tomando con rudeza aquella mitad.
- De nada. – Contestó el joven sonriendo suavemente mientras comía su mitad.
Entonces el tren anunció su partida…

La señora se levantó furiosa del asiento y subió a su vagón.
Al arrancar, desde la ventanilla de su asiento vio al muchacho todavía sentado en él andén y pensó:
“¡Que insolente, qué mal educado, qué ser de nuestro mundo!”
Sin dejar de mirar con resentimiento al joven, sintió la boca reseca por el disgusto que aquella situación le había provocado.
Abrió su bolso para sacar la botella de bebida y quedó totalmente sorprendida cuando encontró, dentro de su cartera, su paquete de galletas INTACTO.
¡Sintió tanta vergüenza!. Sólo entonces se dio cuenta de lo equivocada que estaba. ¡Había olvidado que sus galletas estaban guardadas dentro de su bolso!. El hombre
había compartido las suyas sin sentirse indignado, nervioso, consternado o alterado. Y ya no tenía tiempo, ni tenia posibilidades para dar, explicar o pedir disculpas. Pero sí para razonar.

Cuantas veces nuestros prejuicios, nuestras decisiones apresuradas nos hacen valorar erróneamente a las personas y cometer las peores equivocaciones.
Cuántas veces la desconfianza, ya instalada en nosotros, hace que juzguemos, injustamente a personas y situaciones, y sin tener aun el por qué, las encasillamos en ideas preconcebidas, muchas veces tan alejadas de la realidad que se presenta.

Así, por no utilizar nuestra capacidad de autocrítica y de observación, perdemos la gracia natural de compartir y enfrentar situaciones, haciendo crecer en nosotros la desconfianza y la preocupación.
Nos inquietamos por acontecimientos que no son reales, que quizás nunca lleguemos a contemplar, y nos atormentamos con problemas que tal vez nunca ocurrirán.

Mateo 6:34 “Así que, no os congojéis por el día de mañana”

sábado, 3 de julio de 2010

La Contestadora de Dios


¿Qué sucedería si Cristo decidiera instalar una contestadora telefónica automática en el cielo?

Imagínate orando y escuchando el siguiente mensaje:

Gracias por llamar a la Casa de mi Padre... Por favor selecciona una de las siguientes opciones:

*Presiona 1 para "peticiones".
*Presiona 2 para "acciones de gracias".
*Presiona 3 para "quejas".
*Presiona 4 para cualquier otro asunto.

Imagínate que Dios usara la excusa tan conocida...

Por el momento, todos nuestros ángeles están ocupados atendiendo a otros clientes. Por favor manténgase orando en línea, enseguida le atenderá uno de ellos.


¿Te imaginas obteniendo este tipo de respuestas cuando llames a Dios en tu oración?

*Si deseas hablar con Gabriel, presiona 5.
*Con Miguel, presiona 6.
*Con cualquier otro ángel, presiona 7.
*Si deseas que el Rey David te cante un Salmo,presiona 8.
*Si deseas hacer reservaciones para la casa de mi Padre, simplemente presiona: J U A N, seguido de los números 3, 1-6.
*Si deseas obtener respuestas a preguntas necias sobre los dinosaurios, la edad de la Tierra, dónde está el Arca de Noé, por favor espera llegar al Cielo.

¿Te imaginas lo siguiente en tu oración?

Nuestra computadora señala que ya llamaste una vez hoy, por favor cuelga inmediatamente y desocupa la línea para que otros también puedan orar.


O bien lo siguiente:

Nuestras oficinas estarán cerradas el fin de semana por mantención, por favor vuelve a llamar el lunes.

GRACIAS A DIOS que esto no sucede...
GRACIAS A DIOS que le puedes llamar en oración cuantas veces necesites...
GRACIAS A DIOS que a la primera llamada Él siempre te contesta...
GRACIAS A DIOS porque a través de Jesús nunca estará la línea ocupada...
GRACIAS A DIOS que Él nos responde personalmente y nos conoce por nuestro nombre...
GRACIAS A DIOS que Él conoce nuestras necesidades antes de que se las manifestemos...
GRACIAS A DIOS porque de nosotros depende llamarle en ORACIÓN...
GRACIAS A DIOS que la línea está disponible siempre

¿Quisieras usarla ahora mismo?

Pedid y se os dará, buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca, halla;
y al que llama, se le abrirá. (Mateo 7:7, 8 )