Dios desde siempre ha anhelado tener comunión con el hombre. Pero el hombre le ha dado la espalda. La sociedad ya no necesita a Dios. Le hemos dejado de lado. Las naciones rinden culto a la ciencia, a los sabios de este siglo, a los gobernantes y estadistas.
Muchos hoy se preguntan: ¿por qué Dios permite tanto sufrimiento? Si Dios ama tanto al hombre, ¿por qué ha permitido tanto dolor?
Dios ha sido bueno, y lo sigue siendo. Durante miles de años ha llamado la atención del hombre rebelde de que se vuelva a él. Hoy, nos hemos visto confrontados seriamente por un gran terremoto. Hoy, ya nada parece seguro. Ni el dinero, ni las propiedades, ni los estudios, pudieron quitar la desolación y espanto de mucha gente.Como iglesia del Señor debemos estar alertas. Las profecías del Señor se están cumpliendo, y una vez más, hemos comprobado que la Biblia tiene la razón.
Jesús dijo en Lucas 21.10,11: “Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo.”
Hageo 2.6 nos dice: “Porque así dice Jehová de los ejércitos: de aquí a poco, yo haré temblar los cielos y la tierra, … y vendrá el Deseado de todas las naciones”
Durante el siglo XV se registraron 115 terremotos, pero para el siglo XVI se registraron 253. Durante el siglo XVII hubo 378 terremotos. En el siglo XVIII ocurrieron 640, y en siglo XIX hubo 2.119 temblores. ¿Por qué aumenta el número de los mismos en forma tan firme e impresionante? Sencillamente, porque Dios lo había dicho: “Temblará la tierra, y entonces vendrá Jesucristo, el deseado de todas las naciones” En los primeros 50 años del siglo XX se anunció que habían ocurrido alrededor de 7.000 temblores. Para la década del 60, se anunciaron más de 16.000 temblores. En la actualidad se anuncia que ocurre un temblor cada 45 segundos en el mundo.
Hemos sido testigos del segundo terremoto más fuerte de nuestro país y uno de los cinco más potentes del mundo. Hoy, las guerras entre naciones, las enfermedades desconocidas, las pestilencias, el hambre, y los grandes terremotos están azotando nuestro mundo. Dios nos quiere decir algo.
Para nosotros, los cristianos, más que la alarma o temor que pueden generar estos eventos, es un fiel cumplimiento de las profecías establecidas en la palabra.
Hoy es el tiempo oportuno, en que la iglesia levante su voz. Hoy, tenemos el gran desafío de proclamar la salvación que viene de nuestro Dios. Hoy es el tiempo de que los tibios ardan en la fe, de que los indiferentes se vuelvan a Jesús, de que los ingratos agradezcan el hermoso regalo de la vida. Hoy es tiempo de mirar al cielo, y esperar el oportuno socorro que viene de Jehová.
Si ha tenido acceso a este comentario, y no es parte del pueblo que cree en Dios, con ternura en nuestro corazón queremos invitarle, a que sea parte de un pueblo que reconoce que en Dios están todas las cosas, incluidas nuestras vidas. Hoy es tiempo de reconocer y amar a este Dios. Él es soberano, y todo está en su mano. Le invitamos a que su refugio sea el todopoderoso Dios.
Haga una oración, reconociendo a Jesús como su salvador. Él estará atento a su clamor.
“Dios es nuestro amparo y fortaleza,
Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida,
Y se traspasen los montes al corazón del mar;
Aunque bramen y se turben sus aguas,
Y tiemblen los montes a causa de su braveza.
Jehová de los ejércitos está con nosotros;
Nuestro refugio es el Dios de Jacob”
Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida,
Y se traspasen los montes al corazón del mar;
Aunque bramen y se turben sus aguas,
Y tiemblen los montes a causa de su braveza.
Jehová de los ejércitos está con nosotros;
Nuestro refugio es el Dios de Jacob”
Salmo 46