lunes, 31 de mayo de 2010

A Prisa


Cierta vez, un conductor se desplazaba por una autopista a una velocidad excesivamente alta, cuando de repente, justo después de una curva aparece un hombre parado en medio de la vía, haciendo señal de parada con los brazos y de una forma desesperante.
El conductor, sorprendido y a la vez asustado, toca insistentemente la bocina para ver si así el individuo se quitaba del camino. Pero fue inútil, el hombre seguía haciendo señal de pare con sus brazos.
Debe de estar loco, dijo el conductor mientras pisaba el freno provocando un fuerte chillido y dejando dos largas marcas negras en el pavimento, logrando así detener el auto antes de chocar a aquel hombre. Muy enojado, se baja del auto y golpeando la puerta, se dirige hacia el hombre y le dice: ¿Acaso no tienes ojos? No ves lo peligrosa que es esta carretera y te atraviesas en ella como si nada? O no te das cuenta el peligro que corres?
¡No señor!, no estoy loco, le contesto el individuo. Lo que pasa es que el puente que esta en la próxima curva acaba de desplomarse; y sabía que si no hacia algo, usted en este momento ya estaría muerto. Tuve que arriesgar mi vida para ver si podía salvar la suya.

Quizás, en la carretera de tu vida algún “loco”, te ha obstaculizado el paso para hablarte del Amor de Dios y te has enojado sobremanera porque vas MUY A PRISA.
Quizás hoy nosotros estemos obstaculizando tu camino quitándote unos minutos; pero, que habría pasado si el conductor hace caso omiso al individuo del camino?, que crees que pasara a los que oyen la advertencia de la palabra de Dios y la ignoran?


He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. (Apocalipsis 3:20)

Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. (Isaías 55:6)


"Señor Jesús, confieso que soy pecador . Confieso que moriste en la cruz para llevarte todos mis pecados, por lo tanto me arrepiento de todos y cada uno de ellos. Confieso que resucitaste de entre los muertos para que yo tuviera vida eterna. Es por eso que venciste al maligno en la cruz, y por lo tanto confieso que esa sangre que derramaste me redime, y me sana. Jesús, entra a mi corazón...transforma mi vida. Deseo de aquí en adelante servirte y amarte con todo mi corazón, y confieso que eres mi único Señor y suficiente Salvador. AMEN"

martes, 4 de mayo de 2010

Este es el tiempo oportuno de buscar a Dios

Dios desde siempre ha anhelado tener comunión con el hombre. Pero el hombre le ha dado la espalda. La sociedad ya no necesita a Dios. Le hemos dejado de lado. Las naciones rinden culto a la ciencia, a los sabios de este siglo, a los gobernantes y estadistas.
Muchos hoy se preguntan: ¿por qué Dios permite tanto sufrimiento? Si Dios ama tanto al hombre, ¿por qué ha permitido tanto dolor?
Dios ha sido bueno, y lo sigue siendo. Durante miles de años ha llamado la atención del hombre rebelde de que se vuelva a él. Hoy, nos hemos visto confrontados seriamente por un gran terremoto. Hoy, ya nada parece seguro. Ni el dinero, ni las propiedades, ni los estudios, pudieron quitar la desolación y espanto de mucha gente.
Como iglesia del Señor debemos estar alertas. Las profecías del Señor se están cumpliendo, y una vez más, hemos comprobado que la Biblia tiene la razón.

Jesús dijo en Lucas 21.10,11: “Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo.”
Hageo 2.6 nos dice: “Porque así dice Jehová de los ejércitos: de aquí a poco, yo haré temblar los cielos y la tierra, … y vendrá el Deseado de todas las naciones”

Durante el siglo XV se registraron 115 terremotos, pero para el siglo XVI se registraron 253. Durante el siglo XVII hubo 378 terremotos. En el siglo XVIII ocurrieron 640, y en siglo XIX hubo 2.119 temblores. ¿Por qué aumenta el número de los mismos en forma tan firme e impresionante? Sencillamente, porque Dios lo había dicho: “Temblará la tierra, y entonces vendrá Jesucristo, el deseado de todas las naciones” En los primeros 50 años del siglo XX se anunció que habían ocurrido alrededor de 7.000 temblores. Para la década del 60, se anunciaron más de 16.000 temblores. En la actualidad se anuncia que ocurre un temblor cada 45 segundos en el mundo.

Hemos sido testigos del segundo terremoto más fuerte de nuestro país y uno de los cinco más potentes del mundo. Hoy, las guerras entre naciones, las enfermedades desconocidas, las pestilencias, el hambre, y los grandes terremotos están azotando nuestro mundo. Dios nos quiere decir algo.
Para nosotros, los cristianos, más que la alarma o temor que pueden generar estos eventos, es un fiel cumplimiento de las profecías establecidas en la palabra.
Hoy es el tiempo oportuno, en que la iglesia levante su voz. Hoy, tenemos el gran desafío de proclamar la salvación que viene de nuestro Dios. Hoy es el tiempo de que los tibios ardan en la fe, de que los indiferentes se vuelvan a Jesús, de que los ingratos agradezcan el hermoso regalo de la vida. Hoy es tiempo de mirar al cielo, y esperar el oportuno socorro que viene de Jehová.
Si ha tenido acceso a este comentario, y no es parte del pueblo que cree en Dios, con ternura en nuestro corazón queremos invitarle, a que sea parte de un pueblo que reconoce que en Dios están todas las cosas, incluidas nuestras vidas. Hoy es tiempo de reconocer y amar a este Dios. Él es soberano, y todo está en su mano. Le invitamos a que su refugio sea el todopoderoso Dios.
Haga una oración, reconociendo a Jesús como su salvador. Él estará atento a su clamor.

“Dios es nuestro amparo y fortaleza,
Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida,
Y se traspasen los montes al corazón del mar;
Aunque bramen y se turben sus aguas,
Y tiemblen los montes a causa de su braveza.
Jehová de los ejércitos está con nosotros;
Nuestro refugio es el Dios de Jacob”
Salmo 46