Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le sera dada. (Sant. 1:5)
Muchas veces me encuentro en la encrucijada entre lo que quiero hacer y lo que tengo que hacer. No son pocas las veces en que “no me da la gana” ser la mejor esposa del mundo, que no quiero someterme por x o y razón, o no encuentro razones por las cuales mi matrimonio es excelente. Pero no han pasado ni 5 segundos cuando viene a mi mente algún versículo que tumbe todos mis argumentos, o alguna razón para querer ser la mejor ayuda idónea para mi esposo.
Un buen matrimonio no necesita de un hombre excelente, ni perfecto (el cual no existe); necesita una mujer dispuesta a ser la ayuda adecuada para ese hombre. Si aun no encontrara razones para querer serlo, solo tengo que mirar a Cristo y recordar que El, con sus propósitos eternos, me creó para que fuera ayuda idónea. Día a día le sirvo a Cristo a través del servicio a mi esposo, se lo merezca o no.
Cuando no tenga deseos de ser esa ayuda idónea solo debo recurrir a Dios, a Su palabra y convertirme en ayuda idónea por amor a El, entendiendo que cumplo Su propósito aquí en la tierra. Pero definitivamente es mejor ser esa ayuda idónea con un corazón alegre, dispuesto, lleno de gozo y gratitud.
Las veces que he tenido pequeñas dificultades en mi matrimonio es cuando me he dejado llevar de mis impulsos y reacciono. A veces me han llegado a la mente flashes de consejos mundanos, dados por las películas, series, revistas, totalmente distorsionados al mandato de Dios. Es ahí donde necesito recordar el versículo de hoy- Dios esta mas que dispuesto a darme de Su sabiduría, la sabiduría divina, al solo pedírsela. Que regalo de Dios, solo tengo que pedírsela.
No es fácil ser mujer en esta época. No es fácil comenzar un matrimonio con todas las presiones que hay, y echarlo hacia delante. Pero en Dios hay esperanza. Con la sabiduría de lo alto Dios puede usarme para hacer de matrimonio el mejor, para hacer de mi esposo el mejor y para convertirme a mi en la esposa apta para mi esposo, apta para Dios.
Tenemos las instrucciones en Su Palabra, no hay excusas. NO se limita a mi relación con Abel, es eterno su plan. Mi matrimonio es un modelo terrenal de la unión de Cristo con Su Iglesia. Busquemos en Su palabra nuestro rol como esposas, y cumplamos a cabalidad con nuestro papel.